Era una tarde de otoño, le tenía a mi lado y los dos callados contemplábamos el mar. El horizonte, rojizo por el sol, nos hacía compañía, nuestro cariño compartía y vivía nuestro amor. La brisa, rozaba nuestras mejillas, y entre las olas escondidas se hallaban nuestras risas. Alegría de un momento que enseguida termina, pues se alza con el viento y se la lleva la brisa.